lunes, 20 de diciembre de 2010

La no-violencia como Espiritualidad


Muchos consideran a la no-violencia simplemente como una forma de lucha por el
cambio social y político. En este sentido, vendrán a la mente las figuras de Mohandas
Karamchand Gandhi (conocido popularmente como Mahatma) y Martin Luther
King, como adalides de la no-violencia.
La historia muestra incontables casos de cambios sociales obtenidos por medio de la
protesta no violenta. A menudo esto pasa desapercibido para el observador común
ya que habitualmente las protestas no violentas exitosas no gozan de la espectacularidad
de las protestas violentas; de manera que alcanzan poca o ninguna visibilidad
en los medios de difusión masiva, en las crónicas, en los estudios de historiadores
y demás. Como se lo veía en la antigüedad: “La paz es el periodo que media
entre dos guerras”.
Otro factor que contribuye a ello es que generalmente los cambios sociales obtenidos
mediante las protestas no violentas son considerados “normales”, y por lo tanto
obviados. Por otra parte, muchos cambios logrados mediante la violencia aparecen
a menudo como “excepcionales”, y glorificados como patriotismo, heroísmo, valentía,
sacrificio por una causa, defensa de la libertad, etc.
Sea como fuere, el tema queda reducido a una estrategia o táctica para la consecución
de un objetivo social, soslayando las implicancias éticas, psicológicas y, en
definitiva, espirituales de la no-violencia.
Muchos siglos antes de esto, la no-violencia fue parte integral de la religiosidad.
Gracias a los jainistas y los budistas, aparece por primera vez dentro de un marco de
espiritualidad hace por lo menos 2.500 años. Desde entonces, la no-violencia cuenta
en su haber con innumerables casos de importantes logros de cambios sociales,
políticos, culturales, etc.
De manera que la no-violencia surge en el ámbito de la espiritualidad, y muchos
siglos después es formulada explícitamente como método de lucha por el cambio
social. Entonces, es posible entender a la no-violencia activa como una expresión de
espiritualidad por la que la acción no violenta es inspirada, impulsada y orientada
por dicha espiritualidad. Este es el motor interno más potente que pueda tener la
no-violencia activa.
La rebelión contra toda forma de violencia (manifiesta o larvada, interna o externa)
sirve a la superación del dolor y del sufrimiento en los seres humanos. Superar el
dolor y el sufrimiento sirve a liberar la conciencia humana para pasos evolutivos
más avanzados. La acción con la mira puesta en el bienestar de otros, en su libertad
y felicidad, adquiere un valor espiritual. La no-violencia activa cobra valor espiritual
si está inspirada y guiada por el amor y la compasión.
A efectos de manipular a las poblaciones, a menudo se ha tendido a escindir la espiritualidad
de la participación activa en los asuntos sociales; mientras que en nuestra
concepción no aparecen de ningún modo como antagónicos, sino expresados en
términos sinérgicos e integrales. Nuestra capacidad de producir grandes cambios
será proporcional a la mística social que anime nuestras acciones.

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