domingo, 14 de agosto de 2011

Comisión de noviolencia del 15M hace Taller del Fuego



El pasado domingo 31 de julio, algunos amigos que formamos la comisión de noviolencia, en la asamblea del 15M del barrio Cliudad Jardín de Málaga, compartimos la experiencia de comenzar a desarrollar el "Taller del Fuego", nos reunimos en una casa en las afueras de la ciudad y allí, en un terreno de la finca aprendemos a conservar y generar el fuego, como hicieron los primeros hombres en la tierra.

En esta experiencia surge una gran inspiración al revivir el contacto con lo sagrado del ser humano en la búsqueda de su "fuego interno".


En el taller construimos utencillos y pequeños hornos de barro con los elementos que nos da la naturaleza, y aprenderemos a conservar el fuego en su interior por un tiempo, trasladándonos, como lo hacían nuestros antepasados.

Mientras cada uno trabaja con “su fuego”, conectamos con significados profundos y nuevas comprensiones acerca de uno mismo, que ayudan a fortalecer el espíritu y la relación con quienes nos rodean.


¿Cuando y cómo se descubrió el fuego?


Hace miles de años el ser humano vivía a la intemperie, su vida corría peligro ante el ataque de las fieras y los cambios de la naturaleza. En el gélido invierno moría congelado o de hambre, en las noches la oscuridad reinaba, y las bestias nocturnas al acecho, acababan muchas veces con el y su familia.

Cuanta historia, cuantas vidas pasaron para que el hombre pudiera encender la divina chispa, aquel fuego sagrado que dio luz, calor, abrigo y defensa contra la muerte.

Revivir esta gran experiencia, de conservación y generación del fuego, arrojará comprensión e inspiración sobre el momento social que vivimos hoy y lo que podemos esperar de nuestro futuro, convertirnos en nuestros ancentros de aquellos tiempos por un breve espacio de tiempo nos ayuda a tomar contacto con una intensión profunda que sigue abriendose paso desde nuestra historia más lejana y hacia un futuro posible.

Este es un taller que se desarrolla con los mismos elementos que utilizaron aquellos seres, y de la misma manera nos juntamos un grupo, donde realizaremos esta búsqueda y este encuentro con el fuego.

Nos estamos proponiendo profundizar en el oficio del fuego, ampliando el trabajo del taller, trabajando con otros materiales, que se han ido utilizando en la historia, para moldear elementos, artesanías, utensillos, con el objetivo de trabajar y mejorar la pulcritud, la permanencia y el tono en la tarea.

Pensamos que esto repecutirá en la pulcritud con que hacemos nuestras tareas cotidianas, la permanencia que ponemos en nuestros proyectos, y el tono, la energía que ponemos en lo que nos interesa.

Seguiremos compartiendo esta experiencia con todos los amigos interesados en profundizar en la noviolencia activa.

msgmediterraneo@gmail.com

Apuntes sobre la noviolencia del 15-M


“la necesidad irreversible de destrozarlo todo

de destrozarlo todo

de destrozarlo todo y a todos

destrozar a los hombres

destrozar a las mujeres

destrozar hasta el destrozo total

pero eso sí

destrozar sin apariencia de destrozo

destrozar sin apariencia de destrozo alguno

destrozar a alguien y que este alguien siga intacto / aparentemente

destrozar sin destrozar es la mejor destrucción”

(Esteve Graset)

El 15-M es un movimiento noviolento. Es algo que está tan en su esencia que ni siquiera ha sido una decisión tomada en asamblea: va de suyo, se ha impuesto como una pura evidencia. No decidimos nuestro ADN, partimos de él.

Tan fuerte es esta “decisión no decidida” que nadie por ahora la ha contravenido, a pesar de las provocaciones, los desalojos, las palizas. (Hay otras “decisiones no decididas” que son de todxs conocidas: ser un movimiento horizontal, inclusivo, respetuoso, sin representación, no querer nada con siglas y con partidos políticos, etc.).

La noviolencia no significa noconflicto. Hemos ocupado plazas, nos hemos manifestado sin permiso, hemos bloqueado desahucios, hemos echado a la policía de los barrios… Es decir, la noviolencia del 15-M no es pasiva, no es acatamiento de la legalidad ni asunción de los términos convencionales de la política, sino que es activa, rebelde, desobediente y creativa.

La opción por la noviolencia no es una opción por rehuir el conflicto, sino por plantearlo en los propios términos, escogiendo los escenarios y marcando los ritmos.

De hecho, el 15-M ha podido hacer lo que otros movimientos más “radicales” llevan años intentando sin ningún éxito. Es cuestión de fuerza. El movimiento 15-M tiene la fuerza que otros movimientos no tuvieron.

¿Qué significa tener fuerza? Tiene fuerza quien puede alterar y modificar la realidad, cuestionar las agendas dominantes e im-poner los propios problemas, hacer ver lo que se quería ocultar y decir lo que está prohibido decir, transformar las vidas, los lazos y las vibraciones entre los seres humanos.

Violencia y fuerza no son sinónimos. La fuerza que unx tiene no se mide por el nivel de violencia que puede ejercer. La fuerza del 15-M pasa (entre otras muchas cosas) por su capacidad para acoger la pluralidad, llevar la iniciativa y ser imprevisible. Si el movimiento 15-M ha “decidido” ser noviolento es porque intuye muy claramente que las acciones violentas -agresión, intimidación o amenaza, disturbios y enfrentamiento con la policía- debilitarían esas tres claves de su fuerza.

El poder lleva buscando clarísimamente imágenes de disturbios desde el primer desalojo de Plaza Cataluña: son imágenes mil veces vistas que confirman todos los clichés que dividen y aislan a los que protestan del resto de la población. El movimiento ha sido súper-inteligente al desertar continuamente de los escenarios que nos preparan y en los que nos esperan. Nos salimos por la tangente. Resulta llamativo que desde el interior del movimiento todavía haya quien esté dispuesto a proporcionar al poder político y mediático las imágenes que está pidiendo para erosionar el apoyo social y la legitimidad ancha del 15-M.

Nos salimos por la tangente porque no queremos que nos empujen a la ya muy conocida espiral de represión/detenidos/heridos/miedo/rencor/reacción/campañas antirrepresivas, donde perdemos toda la iniciativa para seguir haciendo preguntas a la sociedad sobre cómo queremos vivir juntos, cómo queremos gobernamos, qué se hace con la riqueza que producimos entre todos, etc.

La violencia nos hace previsibles: refuerza las posiciones y los roles (policía represor/manifestante víctima). Llamar “hijo de puta” a un policía confirma la situación y el reparto de los papeles. Cada cual ya sabe quién es, qué identidad tiene y qué debe sentir hacia el otro. Seguramente no es algo muy grave, pero tampoco tiene nada de subversivo. Por el contrario, los gestos que hemos visto a menudo en las manifestaciones del 15-M de interpelar positivamente a la policía, con formas de comunicación irónica o empática, descolocan la situación: desconciertan, incomodan e inquietan, interrumpen los automatismos, cuestionan los clichés, hacen preguntas, cortocircuitan lo previsible, lo que cada cual sabe que tiene qué pensar, hacer y sentir.

Nosotrxs frente a la policía. La policía frente a nosotrxs. Es una imagen demasiado cómoda de lo que hacemos, es una línea de separación demasiado simple. Nuestra lucha no es así. El enemigo con el que nos batimos es una “lógica” que, en primer lugar, nos atraviesa a nosotros mismos (por ejemplo, en las mil decisiones cotidianas por las cuales sostenemos este sistema del que formamos todxs parte porque no hay ningún afuera). Hay una gran “potencia de humanización” en el movimiento 15-M. Decimos que somos seres humanos y no mercancías en manos de políticos o banqueros. Por la misma razón, podemos pensar que un policía es mucho más que su “función” y dirigirnos así a su humanidad (cuando tratamos de entablar diálogo o les recordamos que ellos también están hipotecados, pero también cuando les gritamos “vergüenza” ante un desahucio o una redada).

¿Violencia y no violencia son compatibles? La experiencia dice que la violencia se coloca siempre en el centro de lo que ocurre, como si fuera un torbellino que succiona y arrastra todo lo demás. La noviolencia puede expresarse de muchos modos, la violencia sólo de uno. En las acciones noviolentas cabe mucha gente distinta, en las acciones violentas siempre participa un tipo de gente muy determinada (hombre, joven, con papeles, etc.). Queremos afirmar, tanto en las formas de organización como en los modos de estar en la calle, los rasgos de nuestro ADN: horizontalidad, apertura, multiplicidad.

Perder la iniciativa, perder la pluralidad, perder la imprevisibilidad implica perder la fuerza. Fuerza es radicalidad. La noviolencia es lo que nos ha hecho y nos hace más fuertes y más radicales. Destrozar sin destrozar es la mejor destrucción.

15-M: Apuntes sobre la no-violencia


El gran respaldo que está teniendo el 15-M se debe, además de a sus reivindicaciones, a que sus acciones y manifestaciones se hacen de forma pacífica y no-violenta. Sin embargo todavía no se sabe bien qué es eso de la no-violencia como metodología de lucha social.

El término no-violencia es relativamente nuevo. La primera (1) referencia apareció en periódicos europeos en los años 30 del siglo pasado refiriéndose a una novedosa forma de lucha que realizaba un abogado hindú contra el imperio Británico. Gandhi consiguió contra todo pronóstico y sin confrontación armada que los ingleses, la superpotencia del momento, abandonaran la India de forma “voluntaria”.

El término no-violencia ni siquiera está en el diccionario de la R.A.E., lo cual no ayuda a despejar cierta confusión en su utilización.

Hay una forma coloquial del término que también utilizan ciertos medios de comunicación, cuando en eventos se dice “se desarrollaron en un clima de no violencia” o “queremos que las escuelas sean ámbitos de no violencia”. En estos casos se están refiriendo a situaciones donde no hay agresiones, malos tratos o choques más allá de lo aceptado. En general se refieren a la no violencia física.

Hay una segunda acepción de “no-violencia” (algunos autores escriben “noviolencia”), donde ya se hace referencia a un tema más profundo y desarrollado que implica una postura existencial, una cierta ética y una determinada conducta. Esta es la que voy a desarrollar.

Los primeros antecedentes de “no-violencia” los tenemos en el principio “ahimsa” (rechazo a ejercer cualquier forma de violencia contra el individuo y la naturaleza) que proviene del jainismo, en el siglo VI antes de nuestra era. En base a este principio Mahatma Gandhi desarrolló su forma de no-violencia.

Hablar de no-violencia nos obliga a revisar qué entendemos por violencia. La forma más común de entender la violencia es la agresión física. Pero vamos a ir algo más allá. Si volvemos al diccionario de la R.A.E., éste dice, violencia: “Acción y efecto de violentar, violentarse o ir contra el natural modo de proceder”. Sobre violento dice algo más: “Que obra con ímpetu, fuerza, bruscamente o con intensidad extraordinarias… Que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia”. Pero con estas definiciones no podemos profundizar mucho.

Vamos a otra fuente, al diccionario del Nuevo Humanismo (2) y leemos.

“Violencia (del lat. violentiam: uso excesivo de la fuerza). Es el más simple, frecuente y eficaz modo para mantenerse el poder y la supremacía, para imponer la propia voluntad a otros, para usurpar el poder, la propiedad y aun las vidas ajenas. Los violentistas de todo signo justifican la v. como medio para lograr resultados “buenos” o “útiles”. Ese enfoque es peligroso y equívoco, ya que lleva a la apología de la v. y al rechazo de los medios no violentos. Se suele diferenciar la v. directa, individualizada (autoridad del padre sobre su hijo), y la indirecta, "codificada" usualmente para las instituciones sociales y la política oficial (guerras, dominio del dictador, poder monopartidista, monopolio confesional); hay también violencias físicas, psicológicas, directas y enmascaradas. En la sociedad se ven otras gradaciones más precisas de la v.: a nivel de la familia, de la nación, de la política mundial, así como de la relación del ser humano con la naturaleza, con otras especies animales, etc. Observamos por todas partes manifestaciones de la v. que actúa para resolver problemas o alcanzar resultados deseados a costa de perjudicar y hacer sufrir a otro individuo. A menudo el que violenta cree que actúa de una manera justa. De aquí surge el concepto según el cual la v. se divide en "blanca" (justificada) y en "negra" (injustificada)…” Fin de la cita.

La violencia se ha ido diversificando y ha penetrado en todos los sectores de la vida como lo atestiguan: la violencia económica (la explotación del hombre por el hombre con salarios basura, recortes de derechos, creación de dependencia material, trabajo infantil, impuestos injustos, guerras económicas, dictadura de los mercados, etc.); la violencia política (con el dominio de uno o varios partidos, el bipartidismo, el totalitarismo, la exclusión de los ciudadanos en la toma de decisiones, las guerras, la lucha armada por el poder, la no separación de los poderes, etc.); la violencia ideológica (con la implantación de criterios oficiales, prohibición del libre pensamiento, subordinación de los medios de comunicación, manipulación de la opinión pública, propaganda de conceptos de trasfondo violento y discriminador que resultan cómodos a la élite gobernante, veto a toda opción que critique el sistema, etc.); la violencia religiosa (con el sometimiento de los intereses del individuo a los requerimientos clericales, control severo del pensamiento, prohibición de otras creencias y persecución de herejes, injerencia de lo religioso en otros campos como política, educación, libertades, etc.); la violencia familiar (con la explotación de la mujer, el dictado sobre los hijos, o de los hijos sobre los padres, etc.); la violencia educativa (con autoritarismos en la escuela, castigos corporales, discriminación, prohibición de programas libres de enseñanza, etc.); la violencia institucional en el ejército y la policía (con voluntarismo de jefes, obediencia debida, castigos, torturas, terrorismo de estado, represión en manifestaciones, etc.); la violencia cultural (con censuras, exclusión de corrientes innovadoras, prohibición de editar obras, dictados de la burocracia, imposición de unas culturas en desmedro de otras, etc.). Hay también violencia de genero (cuando se paga menos, se exige más, se tienen menos derechos o se discrimina por ser de otro sexo); violencia generacional (cuando por razones de edad se tipifica a la gente “jubilados = incapaces” o “jóvenes = violentos”); violencia psicológica (cuando se presiona al otro moviendo su miedo, su infravaloración, reforzando sus aspectos negativos, etc.).

En la mayoría de las ocasiones la violencia física es un eslabón más de una cadena que tiene como componentes otros tipos de violencias. El correlato de toda forma de violencia es la discriminación. La violencia no es algo nuevo, es parte constitutiva del sistema actual. Es tanto una consecuencia como una causa que se retroalimentan encadenándose unas violencias con otras. Hasta hace poco la violencia estaba más o menos controlada y oculta. Ahora sin embargo está saliendo a la luz y fuera de todo control. Los medios de comunicación la retroalimentan. No es que antes no hubiera malos tratos en la familia o explotación en el trabajo, la diferencia es que hoy lo sabemos.

Si revisamos los orígenes de nuestra sociedad, cómo se fueron conformando los estados y las naciones, observamos que todo se hizo utilizando la fuerza, la violencia física en un primer momento, para después desarrollar todas las otras formas de violencia. Han sido los vencedores de las guerras los que han dicho cómo y de que manera tenían que ser la economía, el derecho, la religión, etc. Son ellos los que han escrito la historia, su versión de los hechos. Así se ha ido organizando el mundo desde antiguo, aunque tomó una dimensión especial con el surgimiento de los imperios y luego de los estados nacionales. Casi todos los armados institucionales estuvieron respaldados por ejércitos o surgieron directamente de las guerras. Así que se comenzó con la violencia física para luego proyectarse a las otras esferas sociales que, gracias al desarrollo tecnológico, vivieron la generación de nuevas formas de violencia.

Por otro lado los antecedentes de la lucha no-violenta son varios y relativamente recientes: el referente más directo es el movimiento de masas encabezado por el Mahatma Gandhi que se desarrolló en India en la primera parte del siglo XX, seguido por la lucha por los derechos civiles de los negros en los EE.UU., bajo la dirección de M. L. King y también la actividad desarrollada por Kwame Nkrumah en Ghana.

El concepto de la no-violencia incluye formas no-violentas de protesta que siguen vivas y desenvolviéndose en el mundo. Las intervenciones diarias y masivas de las capas de trabajadores, mítines y manifestaciones de protesta, huelgas, movimientos femeninos y estudiantiles, manifestaciones campesinas, ediciones de panfletos, volantes y periódicos, intervenciones por radio y TV, las multitudinarias manifestaciones contra las guerras y las manipulaciones del poder, así como las afluencias masivas a votar o de rechazo al voto que se dan en momentos de crisis, todos ellos son ejemplos de lucha. Más recientemente las movilizaciones denominadas de la primavera árabe en Egipto, Túnez y tantos otros países donde las poblaciones salen a la calle sin violencia. El 15-M y otros movimientos europeos tienen también ese germen de formas de lucha donde se dan la ética y la práctica de la no-violencia. En otros casos las reivindicaciones toman la vía de la violencia, resultando que de acaban siendo reprimidas y sofocadas o bien derivan hacia la guerra civil. Estas con altos costes humanos y retrocesos sociales.

Conviene aprovechar a distinguir una confusión frecuente, pues se han homologado los términos no-violencia y pacifismo, cuando en realidad éste último no es un método de acción ni un estilo de vida, sino una denuncia constante contra el armamentismo.

El pacifismo es un principio moral y político que reconoce la vida humana como valor social y ético supremo. El pacifismo es una actitud de negación de la guerra y el armamentismo. Entonces su ideal supremo es velar por el mantenimiento de la paz entre los grupos étnicos, religiosos y sociales, entre las naciones y bloques de estados. Incluye el respeto de la dignidad de la persona, de los grupos y pueblos, y de los derechos humanos en general. El filósofo y matemático Bertrand Russell (3) fue unos de los pacifistas más emblemáticos que se enfrentó a la carrera armamentística nuclear y a la violencia en general.

La no-violencia por el contrario es una actitud activa frente al mundo, que trabaja con el "vacío" al poder, impulsando la denuncia, el repudio, la no cooperación con la violencia y, por último, la desobediencia civil frente a la injusticia institucionalizada (4).

Podríamos llegar a decir que: “La no-violencia es la metodología de acción del pacifismo y, por tanto, la mejor herramienta para la liberación del sufrimiento social.”

La critica a la no-violencia. viene por el lado de los pragmáticos con el argumento de que es “no eficaz” porque, según ellos dicen, inculcar metodología de este tipo en nuestra sociedad supone hacer ciudadanos dóciles y débiles, que no responden ni confrontan con la violencia de un sistema injusto al que hay que combatir. Estos últimos no han entendido la profundidad de la no-violencia, la han confundido con cierta forma de pacifismo débil e ingenuo. Gandhi decía:

“no hay ninguna valentía mayor que la de negarse hasta el fin a doblar la rodilla ante un poder terrenal, sea cual fuere su grandeza, haciéndolo sin agresividad alguna…” (5)

Resumiendo

Hablar de no-violencia es tocar un nuevo concepto de lucha social. Sin embargo, éste no es ajeno a las luchas diarias, pues la mayoría de las transformaciones sociales se efectúan con comportamientos no-violentos. Hay que distinguir entre pacifismo, sensibilidad en contra de las guerras y el armamentismo, y no-violencia, que es más una metodología de acción que denuncia y lucha no sólo contra la violencia física sino contra todos los tipos de violencias: la económica, la racial, la religiosa, la generacional, la de género, la sicológica, incluso la violencia moral.

La violencia opera anulando una parte de la existencia del otro, una parte de su intención, una parte de su ser. En los casos extremos llega a anularlo totalmente, quitándole la existencia. La situación hoy es que la violencia es parte constitutiva del sistema en que vivimos, sin ella este sistema no funcionaría.

Cada vez hay más respaldo a la idea de que la no-violencia es la única forma de lucha que tiene futuro en este momento histórico, pues, entre otras cosas, este sistema violento tiene recursos para vencer a todas las formas de lucha violenta, pero no sabe cómo actuar contra la no-violencia organizada.
Nota: En próximo trabajo abordaremos los temas de violencia y no-violencia personal, tácticas y técnicas de no-violencia social y personal y la no-violencia activa.
(1) Parece que el primer libro que recoge el término no-violencia es el de Richard Gregg, “The Power of Non-Violence” publicado por Navajivan Publishing House, Ahmadabad India. Primera edición india en 1938.
(2) Diccionario del Nuevo Humanismo. Silo. Centro Mundial de Estudios Humanistas. Moscú 1996
(3) Bertrand Russell, profesor de la universidad de Cambridge, presidio el tribunal que juzgó los crímenes de guerra en Vietnam.
(4) Henri David Thoreau, en su libro Desobediencia Civil es el primero en exponer las bases de esta metodología.
(5) M. Gandhi. Reflexiones sobre la No Violencia. Errepar. 1998
Rafael de la Rubia es miembro del ECM de "Mundo Sin Guerras y Sin Violencia"