En la historia de la humanidad, la guerra siempre ha estado presente. Este drama es cada día mas devastador pues los avances tecnológicos permiten a los violentos producir artefactos cada vez más destructivos. Hoy la amenaza nuclear pone a la humanidad al borde del abismo.
Las guerras y el armamentismo inciden negativamente en la economía de los pueblos al absorber presupuestos que deberían ir a educación, sanidad, cultura y a mejorar la vida. Sin embargo, la influencia que la industria armamentista tiene sobre los gobiernos y la sociedad hace que los países productores de armas presionen para mantener los conflictos y así consumir, utilizar y experimentar con sus armamentos a la vez que disfrazan su codicia con teorías sobre lo inevitable, necesario o incluso lo bonancible de los conflictos armados para sus economías.
En los comienzos del tercer milenio, lejos de apaciguarse, los conflictos en diferentes campos (económicos, étnicos o religiosos) tienden a incrementarse. Lo mismo sucede con el terrorismo. A su vez, y muy ligado al modelo que se propone, la violencia en la sociedad civil aumenta llegando a extremos inimaginables años atrás. Si no hay un cambio de dirección, el futuro traerá confrontaciones cada vez más violentas en distintos campos y en todas las latitudes.
Esta más que demostrado que el hambre en el mundo podría resolverse con el 10% de lo que se gasta en armamentos. ¿Podemos imaginar si se destinara el 30 o el 50%, para mejorar la vida de la gente en vez de aplicarlo en destrucción?
Después de siglos de violencia, es difícil imaginar la paz. Sin embargo, ¿por qué no trabajar en esta dirección intencionando cambiar el rumbo de la historia, construyendo un verdadero futuro de paz y no-violencia?
Consideramos que esa es nuestra responsabilidad como seres humanos. Definirse contra la guerra tiene sentido, es ético, coherente y urgente, dado el camino que están tomando los acontecimientos.
Asumimos esta responsabilidad libremente y la llevamos adelante con todos aquellos que rechazan cualquier forma de violencia y apuestan por la convivencia, el desarrollo compartido, la democracia real, la tecnología al servicio de la ciencia y la ciencia al servicio del ser humano y de la paz. A nosotros corresponde denunciar a las minorías violentas, aislarlas y presionarlas para que redireccionen sus políticas belicistas hacia el desarrollo humano.
Un mundo sin guerras es un mundo hasta ahora desconocido sobre el planeta Tierra. Eliminar las guerras representará salir definitivamente de la prehistoria humana y dar un paso de gigante en el camino evolutivo de nuestra especie.
Un “mundo sin guerras” es una propuesta que mira al futuro y aspira a concretarse en cada rincón del planeta para que el diálogo vaya sustituyendo a la violencia.
En esta aspiración nos acompaña la fuerza de las voces de miles de generaciones anteriores que sufrieron sus consecuencias, y cuyo eco sigue escuchándose hoy en todos los lugares donde las guerras van dejando su siniestra estela de muertos, desaparecidos, inválidos, refugiados y desplazados.
¡Ha llegado el momento de hacer oír la voz de los sin-voz, millones de seres humanos que piden por necesidad que se acaben las guerras¡ Podemos conseguirlo uniendo todas las fuerzas del pacifismo y de la no-violencia activa.
Convocamos entonces tanto a personas como a representantes y miembros de organizaciones, colectivos,grupos, partidos políticos, empresas, a que adhieran a esta declaración y a trabajar cada cual en su campo, a la vez que a participar en plataformas, frentes y foros, con el fin de generar un gran movimiento que acabe con las guerras y con todo tipo de violencia.
Trabajemos hoy para garantizar un futuro mejor y salvaguardar a las generaciones venideras.
¡Porque creo en la paz y en un mundo más humano!
¡Por un mundo sin guerras!
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